miércoles, 24 de diciembre de 2008

Anuario '08

31 piezas de un puzzle sin solución son el resultado de las inquietudes de Viktor Faccuy en este 2008. A modo de homenaje al misterio y a la tensión sugerente de las frases sacadas de contexto, recopilo aquí en este último mensaje de 2008 los títulos de todos los posts. Y también decir, de su parte y de la mía, que gracias por haber pasado por aquí estos meses, esperando haber cumplido el objetivo ideal de la reflexión o el práctico de la solución a un problema.

o Cómo decirte lo que no quiero...
o No tenía casi nada...
o Inestable
o Evaporación de ideas
o Buscándome el viernes en el periódico...
o Y la infancia recluída en archivadores verdes...
o La vida en juego
o Lo he encontrado
o Entre 2 latidos: Tenacidad y compromiso
o De reportero, cautivado por la esgrima...
o El sacrificio
o Greatest Hits
o Con dos quintos de locura y música en el horizonte...
o Exceso de señales
o ¿Qué manifiestan las preguntas cortas?
o Jodido y radiante
o Para los que buscan...
o Las 10 del 22: Julio 2008
o La marca de la gloria
o Bajo la influencia del 22...
o Las 10 del 22, edición de mayo
o "Ruud, querido antihéroe", por Frédéric Hermel
o Diagnóstico: Relativizo...
o Las 10 del 22, edición de abril
o A veces pierden los buenos...
o Creando rutinas: Las 10 del 22
o Parece que la vas a romper...
o Encontrando la voz en otros
o Simplemente... Y tú no lo tienes
o Presunción y culpabilidad
o Pánico a los años pares

¡Feliz Navidad!

lunes, 22 de diciembre de 2008

Cómo decirte lo que no quiero...

Porque muchos se aterrorizarían si me oyeran decir lo que no quiero, dejo a Sabina que hable con voz firme, para que muera por mi y me conceda ante los ojos de los demás aún un halo de excelsa normalidad.

Yo no quiero un amor civilizado,
con recibos y escena del sofá;
yo no quiero que viajes al pasado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar.

Yo no quiero vecínas con pucheros;
yo no quiero sembrar ni compartir;
yo no quiero catorce de febrero
ni cumpleaños feliz.

Yo no quiero cargar con tus maletas;
yo no quiero que elijas mi champú;
yo no quiero mudarme de planeta,
cortarme la coleta,
brindar a tu salud.

Yo no quiero domingos por la tarde;
yo no quiero columpio en el jardin;
lo que yo quiero, corazón cobarde,
es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.

Yo no quiero juntar para mañana,
no me pidas llegar a fin de mes;
yo no quiero comerme una manzana
dos veces por semana
sin ganas de comer.

Yo no quiero calor de invernadero;
yo no quiero besar tu cicatriz;
yo no quiero París con aguacero
ni Venecia sin tí.

No me esperes a las doce en el juzgado;
no me digas "volvamos a empezar";
yo no quiero ni libre ni ocupado,
ni carne ni pecado,
ni orgullo ni piedad.

Yo no quiero saber por qué lo hiciste;
yo no quiero contigo ni sin ti;
lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.


Contigo. Joaquín Sabina.

jueves, 18 de diciembre de 2008

No tenía casi nada...

Allí estaba ella, subiendo al autobus, sin ninguna prisa pese a que el resto aguardábamos con impaciencia por sufrir un retraso más. Agarraba con fuerza una carpeta desgastada, apenas visibles las fotos recortadas de sus ídolos de provincia. Vestía sin ningún sentido estético, o al menos eso comentaba la pareja que se sentaba en la segunda fila. Tenía el pelo rizado de tal forma que daba miedo surcarlo, y no habría jurado que allí debajo no se ocultara un cachorro. Si te cruzaras con ella no recordarías sus ojos más que por un exceso de maquillaje. Sus pecas en el cuello eran demasiado grandes para resultar atractivas. Tampoco era una chica especialmente proporcionada, y sus largos brazos no se correspondían con su escasa espalda, su trasero elevado, sus muslos abultados. Al andar no cojeaba, pero arqueaba las piernas demasiado, como si fuera incapaz de andar de una forma relajada. Y por último uno de sus zapatos rezumaba betún barato mientras el otro se conformaba olvidado con sus tonos claros, lo cual terminaba de definir una imagen ciertamente desoladora.

Y sin embargo, ahi estaba yo, incapaz de emitir una mínima queja. Rendido a la evidencia, repitiendo la misma frase varias veces, acariciando cada palabra más y más ensimismado, convencido de que sólo por esto ese día merecía la pena.: Hay sonrisas que ganarian una guerra. Y la suya era una de esas.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Inestable

Hago listas de tareas que no cumplo en absoluto.
Me esfuerzo en conocer a gente a la que el día siguiente decidiré no volver a ver.
Cambio cada semana de promesas siendo imposible encontrar ninguna que valga la pena mantener.
No estoy triste ni alegre, y busco mis sensaciones entre los estados positivos y negativos de la euforia.
Caigo varias veces sobre la misma herida, aún arrepintiéndome cada vez que lo hago.
No duermo y pienso en ella, más a los pocos minutos decido que no es lo que quiero. Conseguirla sería el peor de mis fracasos. Sólo que no conseguirla es el segundo peor de los fracasos.
Bebo mucho, y siempre tengo sed.
Cambio monedas por oportunidades que siempre desaprovecho, casi desprecio.
Me esfuerzo en acicalarme con una colonia que sin embargo el día anterior diluí con vodka y agua.
Me abofetean sin escrúpulos, y no reacciono más que dejándome llevar, olvidando mis principios, en los cuales pienso más que nunca.
Dicen que estoy llegando a la meta. Tal vez aquellos atajos no fueran la solución a todos mis problemas. Yo con todo me veo más lejos que nunca.
Me digo que debo dar vueltas en círculos antes de que sea tarde, antesde andar de más, y pese a todo acelero con más fuerza, por inercia.
Lo único que no cambia, ¡ay!, es este estado que te define: Inestable. Hoy, mañana, y ayer. Muchos días acumulados. Ninguna solución. Al menos esa filósofa que no soportabas dirá que te encontrarás entre todas esas cosas lo mejor de la vida, que sólo en los extremos encontrarás lo realmente valioso. Y tú seguirás pensando en eso que leíste y te harás el bobo un poco más. ¿Hasta cuando? El tiempo corre.