martes, 26 de agosto de 2008

Greatest Hits

Sirva esta entrada (esta nube de tags para los más técnicos) a modo de homenaje, recopilatorio, colección, o la acepción que ustedes consideren. Porque toda actividad requiere de una segunda lectura, me sumerjo en la que Wordle me ha recordado para este blog (en 2 imágenes con la misma información).






Imágenes generadas por Wordle.net.

viernes, 22 de agosto de 2008

Con dos quintos de locura y música en el horizonte

La Estética es la rama de la Filosofía que tiene por objeto el estudio de la esencia y la percepción de la belleza. Al menos eso nos dice, entre otras, la wikipedia. Más me costaría hacerles creer, supongo, que todas esas percepciones son realmente bellas, y no simples anagramas vistos con unos binoculares desenfocados. Porque es iluso pensar que las mismas canciones nos ericen la piel de la misma forma. Porque es contrario al romanticismo pensar que la misma metáfora sirva para dos parejas diferentes. Sin embargo, podríamos hallar un sinfín de adeptos para cada expresión considerada bella por al menos uno de nuestros semejantes: el deseo de individualismo pocas veces vence con certeza las pautas comunes, casi monótonas, de los sentimientos. Del mismo concepto estético extendido sin cuidado por las multitudes.

En mi teoría, no obstante, algo se tambalea: el número de adeptos. Y cuando me planteaba mencionar esta rama "estética", que me rodea en cada vez más reductos, tuve que partir de la premisa de carecer de adeptos suficientes para cimentar la anterior teoría. Como no parecer un charlatán y pecar de pretencioso si digo que la ciencia más formal puede ser fuente de inspiración para los más puros sentimientos. Como esperar aprobación de ello. Y sin embargo, ahi están, las matemáticas, rebosantes de expresiones electricas, exquisitas, sin igual. Son capaces de dar explicación a lo imposible, de proporcionarnos formas y fórmulas de vida. Tal vez hasta llegaría a decir, en un arrebato, que la matemáticas son la más cuidada de las literaturas existentes. Cada explicación, hasta la más trivial, esconde una historia minuciosamente relatada, existente, perfecta. Incluso capaz de recoger la imperfección cuando nuestros problemas chocan con los caminos inescrutables de un capítulo tímido que calla ante nuestra presencia.

Podría extenderme hasta el infinito, hallar la parte de mi alma que multiplicándose por sí misma llegase hasta la tuya, o continuar mi camino siempre recto, sin cruzarme con mi destino, siguiendo rumbos paralelos. Porque seguir con mis frecuentes desvaríos hallando la suma exacta de la locura es un reto apasionante; pero no es menos cierto que hoy no quiero parecer menos cuerdo que el que aún lee estas líneas, por lo que dejaré que sea Antonio Vega el que en una décima de segundo nos deleite con la maravilla que surgió de una noche indivisible entre las matemáticas, la física y el debate entre la poesía y los falsos poetas.

Un momento en un agenda,
una décima de segundo más.
Vuela, va saltando de hoja en hoja
mil millones de instantes de que hablar.

Una ráfaga de aire frío,
un molino de viento hace girar.
Sigue, va rodando sobre su eje
describiendo una trayectoria más.

Y es que no hay nada mejor que imaginar,
la física es un placer.
Es que no hay nada mejor que formular,
escuchar y oir a la vez.
Mide el ángulo formado por ti y por mi,
es la solución a algo muy común aquí.

Ahora tú no dejes de hablar,
Somos coordenadas de un par.
Incógnita que aún falta por despejar.

Busca un libro que diga "como",
luego otro que se titula "si",
un tercero llamado "nada",
es la forma del círculo sin fin.
Y es que no hay nada mejor que revolver
el tiempo con el café.
Es que no hay nada mejor que componer
sin guitarra ni papel.
Paralelas, vienen siguiéndome.
Espacio y tiempo juegan al ajedrez.

Ahora tú, no dejes de hablar.


Antonio Vega. Una décima de segundo.

Y un segundo más para un fragmento de Iván Ferreiro y sus recientes personalidades, que menos que un ataque a la razón para concluir:

Los diez siguientes pensaban en diez cosas diferentes
llegando hasta los veinte sin saber que podía decir,
simplemente que aún no sé contar,
simplemente que aún no sé contar.


Los treinta siguientes se pillaban con los dientes,
se peleaban y jugaban a ser fuertes,
los números pares no encontraban sus lugares,
los impares parecían números naturales.

Los decimales sugerían que no éramos normales
y el infinito los convierte en números irracionales ...
irracionales ...
irracionales ...
irracionales ...

No hablaremos de los números primos
que sólo se dividen por uno o por ellos mismos.

Irracionales ...


Iván Ferreiro. Personálidad múltiple.

No, ni lo pienses. Ni antes intentaba emular a Antonio Vega o a Iván Ferreiro, ni ahora aprovecharé la excusa para seguir imprimiendo de teóremas matemáticos las palabras que deje caer por aquí. Al menos, de momento. Pero déjame decirte con la boca pequeña que ese mundo que apenas entiendo y que tantas incógnitas sin resolver me deja cada noche... se parece tanto a las matemáticas que de vez en cuando, una cifra o un axioma, también me provocan pequeños tembleques y sentidos escalofríos.

martes, 12 de agosto de 2008

Exceso de señales

Para mí, al menos desde hace 5 minutos, la intuición no es más que la capacidad de uno mismo para capturar las señales que flotan en el ambiente. Quizá el problema esté en que las señales sean sólo eso, señales, y no historias completas como definen las corrientes más espirituales. De la misma forma que otros inventan marcos para esas historias incompletas, yo enebro planes imperfectos con las señales que me llegan últimamente. Y se obtienen bordados: Unos quedan más optimistas y otros menos, pero hay donde elegir. Aunque no puedo engañarme: Las señales generales son excesivas y negativas. Lo único se parte en dos, lo especial se difumina en una rutina que llega en el momento más fascinante y menos rutinario imaginable, y las interpretaciones van cayéndose hasta dejarme solo un par de elecciones, a lo sumo 3, en la historia.

Quiero pensar que este exceso de señales es el comienzo de una historia: Tal vez esa historia no sea más, no lo niego, que producto de un exceso de señales aún mayor proporcionado por un fracaso inspirador. Y puede que las señales me regalen una historia que contar en vez de una que vivir, que de éstas últimas, mas baratas o más glamourosas, siempre hay en la lista de acciones pendientes. En cualquier caso, a estas alturas de blog, fijarse en el exceso y no en la fatiga debe ser una buena señal.

lunes, 11 de agosto de 2008

¿Qué manifiestan las preguntas cortas?

- ¿Y qué tal te fue el día?
- No hice nada.
- ¿No te pasó nada fuera de lo normal?
- Exactamente.
- Bueno, estoy dispuesta escuchar incluso vivencias normales hoy, inténtalo.
- Como quieras, pero no esperes montañas rusas.
- Ya sabes que yo no espero prácticamente nada.
- Mientes, aunque me intriga el prácticamente.
- Es igual, y además es tu turno.
- Está bien. Hoy me levanté más allá de la 1 de la tarde, con una dosis extra de cansancio y pereza. Mientras me recuperaba de un estado de embotamiento general, recordaba que había estado soñando conmigo mismo comiendo anacardos. Fui al servicio, pero no me lavé. Bajé las escaleras y busqué algo para beber. Encontré un zumo abierto de hace un par de días, de piña y uva, y me serví medio vaso. Mientras lo bebía, mojándome la cara más allá de los labios, fui por curiosidad a comprobar cuantos anacardos quedaban en la bolsa: Estaba casi vacía. No pensé más en media hora, que estuve tirado en el sofá, una vez que conseguí acomodarme los innumerables cojines que siempre intentan colocarme en un jeroglífico. Está bien, sé que exagero.
- No te preocupes, tampoco me lo iba a tomar en serio.
- No tomarse nada en serio es mi sustancia preferida, tal vez está mal que te influencie con mi personaje.
- Me figuro que te sacaste ese personaje de Crimen y Castigo, un día de relectura.
- Habría sido una forma como otra cualquiera de existir. Y para existencia, ya estaba con la de hoy. Tal vez fue demasiado poco decir que me arreglé en el sofá media hora, fui a almorzar. Patatas fritas sin sal, pan de molde, tomates poco maduros, un filete hecho del día anterior y un cuchillo sin sierra. Entre medias me acordé de que no había recogido las cartas, aunque tampoco me interesaban, y pese al descubrimiento no abrí el buzón hasta esta noche. Luego cogí un papel y un boli, y abrí ese curso insípido para aprender inglés. No me concentré demasiado, y decidí dejarlo cuando me hablaban de las preguntas cortas para manifestar interés, y yo escribí preguntas cortas para manifestar tristeza. Pese a haber sido un malentendido, yo estaba muy seguro de que las preguntas cortas nunca mostraron ningún interés. Ni siquiera las largas, que como mucho manifiestan una excesiva petulancia por quien las hace, creyéndose más importante que cualquier respuesta.
- Me habría costado hacer una pregunta más larga que tu respuesta.
- Todo es ponerse. Luego recuerdo en un espacio de dos horas lavar los platos, atender a dos llamadas de la misma centralita, y fijarme en las estadísticas de un partido de cricket. Tuve tiempo para confirmar mis terribles sospechas de que nadie está libre de ser absolutamente irresponsable y banal, y que llevar entrenando a un equipo dos generaciones no implica conocer a nada ni nadie. Supongo que, en cualquier caso, ese fue el punto de inflexión del día, porque después me apeteció escuchar de nuevo esa canción que tengo en la cabeza estos días (junto a otro puñado).
- ¿Los jóvenes mueren antes de tiempo? ¿Deluxe?
- No, aunque bien habría podido desear escucharla. Esapertenece al puñado. Yo quería escuchar la canción rebelde de Quique González, peleando a la contra, y sentir de nuevo un angustioso tono de voz para agitar el ánimo. Yo no quería pelear hoy, pero solo era cuestión de interpretarlo de otra forma. Al fin y al cabo, es impensable que me cruce a Susan Sarandon bajando la escalera de mi casa y comiendo anacardos, ¿no te parece?
- ¿Me creerás si te digo que hoy comí anacardos?
- No creo.
- Bueno, es natural. Ni lo hice, ni me extraña que cambiaras el interés por la tristeza. Menos mal que no te tomas nada en serio y mañana tendrás una sonrisa, un torrente de energía, un sinfín de principios con los que aburrir al más vital, ¿verdad?
- Ni lo dudes, nada vale la pena para ser tomado en serio.
- ¿Nada?
- Nunca hablo en serio, lo hemos dicho ya varias veces. Pero nunca hay demasiado que perder, ¿no?
- ¿Sabes que ya llevas dos preguntas cortas?
- Es mi forma de escapar a las respuestas largas.
- Tal vez sea solo tu forma de rehuir la tristeza y manifestar interés.
- Tocado. Pero ya es tarde para eso. Quiero que el resto de la noche sea para ti.
- ¿Para mi?
- Para ti, conmigo, supongo.
- ¿Pretendes seducir a alguien cavilando suposiciones y diciéndole que no se tome nada en serio?
- Ni siquiera eso, ni siquiera...

martes, 5 de agosto de 2008

Jodido y radiante

Forma simple y genial de definirse, Benedetti y yo coincidimos en una fase del tunel. Dejo constancia del final de este poema, que me ha cautivado en las últimas fechas, a la vez que comprometo mi palabra en hablar, algo más adelante, de este uruguayo orgulloso y recolector de sensaciones en frascos pequeños.
o sea,
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

Viceversa. Mario Benedetti.
Afuera el sol ya casi juega a las cartas con el amanecer...