sábado, 28 de febrero de 2009

Devolviendo el orden al mundo...

Sucede que a veces, como empieza una fantástica canción de Ismael Serrano, uno se cuestiona si el orden del mundo tiene algún sentido, cuando la pregunta no es directamente si existirá algún orden. A continuación vienen más preguntas sobre asuntos imposibles, hasta que llega un momento en que uno no se conforma con menos que cambiar el mundo. Coincidió, tiempo atrás y en mi persona, uno de esos arrebatos de revolución con la lectura de una de las más fantásticas novelas del siglo XIX. Sentí un cierto sentimiento de pánico al cerrar su segundo y último tomo: Me planteaba cuantas personas jamás leerían una sola de las fantásticas frases que yo no podía dejar de admirar. Personajes fabulosamente trazados, un ritmo milimétricamente exacto, un estilo inigualable, ocultos para el resto de la comunidad hasta el fin de los tiempos. ¿Cómo podía ser esto posible? Lo normal sería que cada día tuviéramos un fragmento distinto en el periódico, hasta que nadie se hubiera perdido la oportunidad de valorar el trabajo de tan genial maestro.

Tuve que cambiar el mundo: Convencido de que mis sensaciones no podían ser únicas, recuperé un fragmento fantástico de la obra y conseguí compactarlo hasta poder transmitir la esencia de la novela en un párrado. Un párrafo que, inexplicablemente, no existía en internet. Ningún byte recogía la perfección de esas lineas. ¿Qué mundo era éste que enterraba en el abismo el mejor párrafo leído en mi humilde existencia? Así que decidí esparcirlo entre las tuberías de este ciberespacio, cuna de todo tipo de proyectos, también los más idealistas. El fragmento figuraba segundos después en Wikiquote (una versión reducida de Wikipedia, dedicada a las citas y fragmentos), y me senté a esperar. Pasaron los días y los meses. Pasaron incluso un par de años. Y durante ese tiempo, yo no hice más que confiar en que el mundo cambiara.

Y cambió. Hoy numerosos blogs recogen alguna frase de dicho párrafo, cuando no el párrafo entero. Hoy muchas personas se han refugiado en esas lineas para dar significado a sus vivencias. Para vivir más allá entre las lineas de una obra sin parangón. Hoy siento que he ganado una batalla. O más bien, que he devuelto un favor: el que hizo a mi humilde carrera de escritor haber leído Crimen y Castigo. Gracias, Fiejdor.

viernes, 13 de febrero de 2009

And that's it

No te esfuerces en cambiar las cosas por salvaguardar la lógica. Jamás encontrarás un orden a estas frases, ni a tantas otras. Dejaste de escribir cuando era el momento; más tarde te pusiste a hacerlo cuando sabías (¿lo sabría también ella?) que era tarde. Y acabaste titulando un fragmento sin apenas sentido con un título que sería en el mejor de los casos tildado de incoherente. ¿En inglés? What are you thinking about? Está claro que utilizas la potestad de moverte en el tiempo, pero sin reparar en las consecuencias acabarás perdido. Porque las consecuencias no se esconderán como los motivos por los que dejaste de escribir esa noche, no la última, sí reciente: Te has equivocado y debes desandar lo andado. Porque sino habrás perdido, quizá para siempre, el motivo por el cual escribías. Y al menos en este momento no queda sitio entre tus motivos de redención para una derrota como ésta.