martes, 22 de abril de 2008

Las 10 del 22, edición de abril

Sin chasquear la puerta, pero abriéndola, dejo caer las canciones prometidas de cada mes... y me quedo charlando con la discreción de Bob.

1. Andrés Calamaro - Elvis está vivo.
2. Amaral - Salir corriendo.
3. Iván Ferreiro - Personalidad múltiple.
4. The Kooks - You don't love me.
5. Bon Jovi - Living on a prayer.
6. Andru Donalds - What about you.
7. Celtas Cortos - 20 de Abril.
8. Iggy Pop - Passenger.

9. Julieta Venegas - Limón y sal.

10. Lucas Masciano - Al diablo con todo.

domingo, 20 de abril de 2008

A veces pierden los buenos...

Sí, nos parece que todo lo que hacemos es tremendamente importante. Analizamos nuestros aciertos y errores, rayamos en el psicoanálisis con cualquier excusa y nos recreamos en nuestras decisiones una y otra vez. Trazamos planes perfectos, estrategias preparadas ante cualquier anti-estrategia, y nos conformamos cuando todo ello nos asegura una victoria. Aplastante o exigua, pero segura. Cómo no creer en las tácticas de guerra, en el ataque de Pearl Harbour, en la perfección y planificación de las mejores obras de Shakespeare o de las novelas de Stendhal. Milimetradas historias de causa y efecto.

Pues no, no es tan sencillo. Lo anunciado no tiene memoria, lo seguro es volátil, y nuestros hechos son insignificantes respecto al destino. No tu destino, ni el mío, sino la maldita casualidad que nos acecha a todos. Así, con franqueza, con borbotones de sangre llenos de franqueza y convencimiento. Lógicamente incesantes. Si para ti las formas son importantes, enhorabuena, es cierto que algo podrás haber influido: y yo estaré contigo cuidándolas, pero no te desvié eso de nuestro principal objetivo: Que era conseguir algo que no se consigue finalmente. Que era no escaparse sin preaviso.

Me fascinó muchas veces leer libros de perdedores, seres trastornados y culpables, que reaccionan ante unas circunstancias desoladoras. El entorno terrible en todos los aspectos supone una buena justificación para acabar de una forma inadecuada. Son perdedores determinados desde la primera página, desde el primer acto. Al margen una sociedad vacía, vulgarmente feliz, con ciertos ganadores más simples, menos interesantes, pero también necesarios. Nadie se pregunta sobre ellos. Quizá yo tampoco mientras leía esos retratos. Me dejé engañar por el personaje principal, pero hay más gente con preocupaciones. A lo mejor no ocurre siempre, sólo a veces. Pero la culpa puede volar entre flores cercanas, más allá de que unas sean marchitas y las otras estén decoradas con merengue y azucar industrial. Si las abejas lo hacen, ¿por qué no las malas rachas?. Todo lo que puede caer, desgraciadamente, nos puede parecer que vuela. Y he llegado a estar convencido, ahora sí, de que es algo más que una creencia.

No hace falta, en definitiva, un camino de espinas a lo largo de décadas para llegar a perder, a decir adios. No se requiere de un sufrimiento atroz y continuado. Realmente es completamente secundario lo de dormir en hoteles con olor a rancio, tener novias drogadictas, autodespedirse de los peores empleos, presenciar los peores sentimientos de la condición humana. Ni caer en el alcohol, sollozar por presagios funestos de voces interiores, tener marcas de cigarrillos quemados en los brazos. No, desgraciadamente. Sí al menos supiéramos desde el primer día que somos los perdedores, podríamos aceptarlo y vivir tranquilos, impertérritos, echándonos el aceite ardiendo en la cara sin necesidad de que el destino nos lo recordará a cada lunes. Hoy lo has visto, un ganador que se va al garete. O al menos era un ganador hasta hace cosas de 2 meses. Sentimientos, proyectos, planes convencionales, metas tan poco ambiciosas como completamente ilusionantes para un ser normal, un ser de esos que no debían cuestionarse la esfericidad o no del universo. Él que estaba marcado con la etiqueta de ganador, y todo fuera de un plumazo. Atrévete, dime qué hizo mal. Dime que fue fruto de sus decisiones. Que el mundo necesita de justicia ante sus terribles actos. Que tú sabías que pasaría y precisamente tú lo ordenaste. Que cuando nadie creía que era posible, todo se fue al traste. Al menos habría sido un detalle que le hubieran avisado. Y tú por ahi perdiendo el tiempo con tus idioteces. No yo, que también, sino tú. Aprovecha mientras seas un ganador, porque no te queda mucho. Sí, lo eres, y todas esas cosas que te atormentan no tienen la más mínima razón de ser. Son nimiedades respecto a lo que nos ocupa hoy. No las olvides, tienes todo el derecho a ser profundo, aunque sea de perfil y con la mayor de las vulgaridades, aunque tú no lo sepas. Pero no te pases un pelo, y vive pese a ellas. No sé si te motivará demasiado, pero puedes ser la próxima equivocación entre perdedores y ganadores.

Porque a veces pierden los buenos, recuérdalo. Las estrellas gimen en el cielo en esta noche de lluvia cansada y luces que se apagan. Como ésta que me alumbra durante mis últimas sucesiones de letras por hoy. Por hoy, espero.