miércoles, 21 de mayo de 2008

Las 10 del 22, edición de mayo

No requiere de muchas explicaciones, más allá de las que puedan desprender los recuerdos dejados en este blog; una nueva edición de un ranking sin finalidad ni prestigio, sin señal identitoria ni, como muchos saben, sala de premiados. Porque este es un lugar que no existe, aunque otros solo crean que es una habitación pequeña con una ventana que da al mar y que por eso nadie abre desde hace tiempo. Gracias por pensar así, o por esa chica que supuso que tenía forma de cueva y por eso los visitantes llegaban exahustos a la orilla y no franqueaban la fina frontera que marcaba la oscuridad. En cualquier caso, es función del que caiga aquí, como destacado o desterrado, confesar qué ha visto y qué, ay, sobre todo, imaginado. Desde la más absoluta indiferencia que da el exceso de soberbia pero la falta de fama, y dedicado a los que se sienten diferentes un día sí, un día no, estos títulos resumen el mes:

1. Joaquín Sabina - Contigo.
2. Petula Clark - Downtown.
3. Pau Donés - Mi piace come sei.
4. U2 - Beautiful Day.
5. Tracy Chapman - Talkin' bout a revolution.
6. Amaral - Los aviones no pueden volar.
7. Van Morrison -
Have i told you lately that i love you.
8. Barry White & Luciano Pavarotti - My first, my last, my everything.

9. Ismael Serrano - Sucede que a veces.
10. Blink 182 - Everytime I look for you.

sábado, 10 de mayo de 2008

"Ruud, querido antihéroe", por Frédéric Hermel

Cayendo en las garras de la prensa deportiva, nunca supondría que hoy recibiría más caricias que arañazos. Reproduzco el artículo de Frédéric Hermel, al que un par de párrafos y la suma casi exacta de cercanía y literatura le han sido suficientes para conseguir un artículo innovador que me ha hecho detenerme algunos minutos y dejar el café aparte. No recibirá el Pulitzer, pero resulta complicado en estos tiempos encontrar sencillez y referencias comunes sin un irremediable aroma a dramatismo forzado o moralidad excesiva:

Ruud, querido antihéroe

La ultramediatización del fútbol ha transformado este deporte en un inevitable fenómeno social y a los futbolistas en personajes referentes para una importantísisima parte de la población. Hasta tal punto que, muchas veces, parecen seres irreales creados por unos guionistas. Tal y como lo son los héroes de las películas o las series de moda. Y, al igual que los personajes que brillan en la pantalla, resulta cada vez más difícil que se pueda valorar a alguien normal. Parecerse al pueblo, a los que te admiran, está mal visto por no decir despreciado. Estamos en una cultura de imagen donde los médicos tienen que hablar con mala leche y odio a sus pacientes, donde se echan flores a los serial killers y donde las estrellas tienen que destacar por su falta de educación y de respeto hacia los demás.

Miren bien lo que nos ponen en la televisión y en los cines. Los buenos sentimientos están prohibidos y la normalidad está asociada a la sosería. Buena gente equivale a antihéroe. Por ello, cada vez que escucho a Ruud van Nistelrooy, me parece ver a un extraterrestre perdido en este mundo mediático. Su sensatez, su sensibilidad y, repito, su normalidad denotan mucho. Ruud, ¡no cambies!


Nada más por hoy, sean felices, y no rían a estas alturas porque deje ver que me guste la normalidad.


Fuente: Diario As, 10 de Mayo de 2008.

jueves, 1 de mayo de 2008

Diagnóstico: Relativizo...

- Lo que queda claro es que usted padece de relativización. Sí, sí, relativiza las cosas. - insistía el doctor ante la atónita mirada de su compañero.
- ¿Cómo? Usted ha escuchado mi angustia, la que siento en los demás, las andanzas de mis variopintos enemigos y todas las historias que le he relatado estas últimas tardes... ¿Y concluye que es porque relativizo las cosas? ¿De verdad piensa que no me tomo cada uno de mis problema muy en serio?
- No, desde luego, pero lo que usted hace en cada obstáculo es relativizar el poder del ser humano para enfrentarse a sus problemas en cualquier circunstancia.
- ¿Y ese cree que es mi mayor problema?
- Más bien estoy seguro de que es el único. - concluyó con una mezcla de sarcasmo y contundencia, un poco hastiado de la limitada inteligencia de su interlocutor.
- Todo es relativo, bien pensado. - y musitando estas palabras, empleando un tiempo excesivo en cada palabra, tomó la puerta reflexivo y desapareció hasta el día siguiente.