martes, 25 de diciembre de 2007

El paso del tiempo

El tiempo no entiende de personas, pero los provoca constantemente hasta tratar de hacerlos a todos iguales. Una pequeña visión subjetiva de infancia, adolescencia y juventud, made in StripGenerator:Ah, para los incautos de otro incauto, que alguno seguro que habrá escondido: ¡Feliz Navidad!

lunes, 24 de diciembre de 2007

Sin cuerda y lo menos cuerdo posible


Con las palmas enfrentadas, una rozando la otra; con la calidez intranquila que dan el olvido y el debate de si la soledad es o no deseada. Acerca las dos manos hacia sí y amaga con besar sus dedos índice. Sueña con desahacerse de sus manos y mecer otras, algo que le cree una arruga complaciente en su rostro. No tiene nada a lo que agarrarse y sufre, pero ni siquiera ese sufrimiento le agita lo más mínimo. Yace en un estado de hibernación inusual, donde lo único que le molesta es una sensación de calor abrasador cuando fuera dan las 3 de la mañana en una de las noches más frías de diciembre. No solo no halla respuestas, no sabe ni siquiera cuál es la pregunta (¿preguntas?) que debiera hacerse. Siente que hace tanto tiempo que se desvió de un camino, que no hay solución posible más que ésta: Seguir sentado, con sus aurículares puestos, ya sin música de fondo, acercarse las palmas enfrentadas a los labios y sentir que todo le ha superado. Así mantendrá su posición, y esperará un año tras otro si alguien se pierde tanto como él, por un camino semejante, y tiene algo más de ánimo que él. Otro que no crea que es culpa por no haber sido nunca un valiente, tal vez nos valga con que piense que es algo tan estrecho a sí mismo que aunque ahora pudiera volver atrás, no podría cambiar ni un sólo ápice de sus decisiones equivocadas: Estaría salvado entonces.

Es frustrante conocer tus defectos y repetirlos constantemente, piensa. Otra vez escribirá un texto muy parecido a este que escribe cada noche de turno. Lo leerá y se dirá: Sé lo que me pasa, ahora solo hace falta saber cuando dejará de pasarme. ¿Será que no he tenido fortuna? No es posible, hoy todos ríen y saltan con fiereza, animados por un viaje ilusionante por el transitar de la vida: No, tiene que ser algo más, un destino irremediablemente unido a mí, una explicación a los sentimientos que yo nunca encontré. Algo importante y definitivo para que ella no esté aquí. Ni ella tampoco. Ni siquiera esa chica que te lo puso tan fácil, que te dijo que nunca tendrías que preocuparte de nada te hizo sentir razonablemente bien. Y sin embargo... sí que quieres sentir, o al menos eso piensas a veces, pero estás predestinado a padecer soledad y a no saber actuar de otro modo que el de la perpetuidad de tu estado.

Creo que ella habrá pensado en ti: No tal vez con la fuerza de una sinfonía de Beethoven, ni con la credibilidad de un libro de Nietzsche, pero esta noche habrás sido uno de sus recuerdos fugaces más melancólicos. Tampoco te alcanza con eso, ya lo sé, aunque es algo que debe decirse. Pero la diferencia es que hoy cambiará de humor media docena de veces mientras tú sigues anclado en 1987, cuando aun no existía casi nadie y tú no eras más que un desventurado aventurero. Eso debió ser de un día para otro, y no te diste cuenta de cuando llegó. Mientras entonces te decían que miraras la luna y te emocionaras con ella, tú bajabas la persiana cuando aun era mediodía. Y cuando te explicaban las reglas de ese juego tan absurdo llamado escondite, tú te rebelabas y te quedabas a pocos pasos de tu captor, bajando la cuchara, entregando compromisos firmados en blanco. Claro, ya nadie se cree ahora tus compromisos, por eso te miran como a un anticuario de comienzos del 30 que ni siquiera se enteró de que pasó la guerra. Pero, ¿cómo iba a saber él que entonces se estaban reparando los corazones defectuosos?, ¿quién dijo que nadie podía saltarse una clase de la vida y luego recuperarla más tarde?

Tu camisa está sucia. Tal vez deberías tirarla de una vez y cambiar de identidad. Aun puedes ser un tipo corriente, sólo tienes que mirar a los otros y dirigir tú mirada hacia donde van las suyas: ríete cuando ellos lo hagan, y por favor, lávate los dientes antes de pensar en que una chica te haga caso. El resto será abandonarte y dejarte ir, sin cuerda y lo menos cuerdo posible. Y te vendría bien, aprovechando, un whisky doble y comprarte otro vinilo menos tuyo. Menos mal que al menos todo se mantiene bien ahi afuera, compañero, para cuando quieras asomar la cabeza.

viernes, 7 de diciembre de 2007

"Hubieran debido dárselo a Malraux"

Con esa frase que pronunció Albert Camus al enterarse de su premio Nobel, se inicia un buen artículo en El País que encontré hoy. Quizá algo empalagoso tanto para los habituales como para los no iniciados en Camus, pero tiene frases de relieve, ciertamente interesantes. Me quedo con éstas:

"Camus dice en Estocolmo que él, que formó parte de la generación de los jóvenes que querían cambiar el mundo, se siente ahora inclinado a conservarlo."

Y:

"En El extranjero, en Calígula y en El mito de Sísifo, un concepto simple e insólito, el del absurdo, resume la insoportable concomitancia de la búsqueda de la felicidad y la certeza de la muerte, y disuelve en la burla todas las justificaciones, cualquiera que sea su trascendencia."

El enlace al artículo completo, aquí.

Ya de paso, aprovechar para destacar que ahora todas las noticias de El País estén disponibles de forma gratuita en la red, tras un tiempo en que fueron de pago. No lo han hecho por caridad, sino porque ganan más con la publicidad en web que por el número de suscriptores, pero algo es algo.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Ya es hora de telediarios...

De alguna forma, sin duda, escribir cosas nos compromete con alguien... aunque sean cosas que probablemente nadie lea, incluso aunque las guardemos bajo llave. Si esa llave se vuelve incandescente, y del calor la acabamos tirando por la red, de forma que cualquiera pueda tomarla, tanto peor. Estamos en diciembre, uno de esos meses nocturnos que todo el mundo vive rápido, y uno de aquellos fines de casi todo habituales de estas fechas se acerca. Fin de año, fin de ciclo, fin de pensamientos. Cada año cambiamos poco a poco, aunque no nos gustaría, aunque sea reconocer la traición de nuestros principios. Por eso, en diciembre, pocos compromisos... puede que en un mes no me reconozca. Pero el de escribir algo, por supuesto. Más habiendo disfrutado de alguna buena frases ya plasmada en otros proyectos, dejemos salir la emoción detenida (más que contenida) de Faccuy.

Y sin embargo.. cuánto se aprende mirando en los propósitos de la gente: No sé si uno es lo que se propone, sería tal vez decir demasiado, pero seguro que nunca averigua un servidor tanto de la gente como ante sus miedos y sus propósitos de nueva época: Y cómo los miedos, encorsetados y revueltos, casi siempre permanecen pesadamente ocultos, rabiosamente escondidos, indecidibles sobre el momento en que van a confesarse a los demás, nuestro pasatiempo será encontrar una puerta trasera hasta los demás. Así que, si te preguntan por tus propósitos de año nuevo, aunque sepas que no los vas a cumplir, que salgan de dentro. Puede que sólo sea una forma de decirte que quiero construir una autopista hacia tus miedos.

Mientras tanto, mi propósito menos oculto y menos ambiguo: Ya va siendo hora de adecentar el blog, y hacerlo un poco más completo. Bien es verdad que La Sexta tardó meses en poner los telediarios en su cadena... pero bueno, no buscaremos referentes para actuar como lo hacemos. Un blog que solo tiene posts es autosuficiente, pero pobre, incluso peor que una cadena sin informativos. Hará que dejar un hueco para los complementos. Solo me faltan ahora definir mis otros propósitos de diciembre... y no haber cambiado demasiado en Enero.

miércoles, 31 de octubre de 2007

Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...

Supongo que por circunstancias se ha podido convertir esto en un blog mensual, que de nuevo vuelve a salirse de los cánones de los blogs. Y supongo también, visto lo visto, que el señor Faccuy no valdría para seguir rutinas demasiado tiempo, si es que alguien vale para ello... El resultado, no obstante, de ese octubre en blanco tal vez ha sido un octubre más lleno: Decía Céline en uno de sus libros que "nunca se tiene bastante tiempo, es cierto, ni siquiera para pensar en uno mismo". O me he quedado sin ese tiempo, o he cumplido mi cupo de profundidad pensando en otros unos mismos más apasionantes que se veían por ahí. Trataremos de luchar contra las previsiones de Céline pasándonos por la red.

También es cierto, la inspiración nunca dura demasiado tiempo. Si llamamos inspiración a estar contento con lo que uno escribe, nunca más de un mes. Si llamamos inspiración a decirte que lo que has escrito es jodidamente bueno, al estilo crítico que me pegaría a Bukowsky, supongo que se tarda lo que tarda en vencerse el sueño y despertar al día siguiente con un día distinto. Cada día tiene un matiz, y no hay filtro del encanto que admita todos los matices de todos los días. Nada nuevo si dicen que el amor no dura mas que unos pocos años, y estamos químicamente predestinados a ello, como para estar satisfechos al máximo nivel con lo que nos sale de dentro.

Todo esto viene, pues, dedicado a los que acabaron noches con papeles arrugados y bolis destintados de algun pequeño ataque de furia. Para esos momentos en que uno se da cuenta que ha habido cientos y miles antes que tú que contaron lo que tu querías, justo, exactamente eso, mucho mejor, con mejores y con peores palabras, con casi todos los paisajes posibles, y con esos mil matices. Pero también, claro, dedicado al que después de eso se empeña en querer seguir siendo único mientras sigue admirando a los demás. A veces no es más que te robaron la frase perfecta, no que no tengas la frase. Y con todas las frases buenas de Calamaro, seguro que no es el único Viktor el que ha perdido frases de libro por su culpa. Así que aquí termino con una de las grandes canciones de Lucas Masciano (otro día hablaremos más de él), Si ya lo dijo Andrés, o casi mejor, Y qué decirte si ya lo dijo Andrés, que se puede escuchar en su espacio MySpace (creo que no estaba en ningún disco de momento). Los más habituales de Calamaro encontraréis sus frases más sonadas, pero yo le tengo que decir al bueno de Lucas que me habría encantado hacer una canción tan buena como ésta, así que se amplía el ciclo.


Qué voy a contarte que ya no te haya contado
Qué voy a cantarte que no te haya cantado
Te extraño de veras, haberte echado de menos.
Tú ni le conoces pero rezas sus credos

Lo siento tanto el haberte perdido
él ya escribió todo y sólo ahora que escribo
sé que no se puede vivir del amor
ni ser el único que te muerda la boca bombón.

Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...
Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...
Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...
Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...

¿Qué voy a contarte? Que brindo por las mujeres,
Que recordarte me arde y me duele
haberte dejado marcharte primero
que tengas la flor y se conserve el florero
Lo cantó todo, no me dejo nada.
Tú compra sus discos y date ya por cantada.
Es que yo quería hacerte una canción,
pero El Salmón ninguna me dejó.

Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...
Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...
Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...
Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...

Tuve mil costumbres, mucho muy argentinas
que te alejaron de mis noches y mis días
Sí que me esperaste bajo la lluvia mil horas
Fuimos dos Romeos y una sola Paloma
y ahora clavaste tu puñal por mi espalda
Aunque no me duele, no me hace mal pero me daña
Soy el marinero y tú mi capitán
Sin ti estoy muerto si Elvis tan vivo está.

Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...
Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...
Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...
Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...

El rock&roll para mí se ha acabado
por algún tiempo hasta que piense más claro
No tengo ganas de no ver lo que pasa
por eso mismo me pasé de la raya
Y raya y raya negra literalmente
No se me ocurre que no sé no quererte

Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...
Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...
Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...
Y qué decirte si ya lo dijo Andrés...

sábado, 29 de septiembre de 2007

Stand-by


De las metáforas del mundo digital siempre me ha fascinado la del stand-by, ese estado de falsa inconsciencia en el cual las cosas no están ni encendidas ni apagadas. Suele existir una luz, además, que nos recuerda esto, como si nos advirtiera para bien o para mal de que en cualquier momento el correpondiente aparato puede despertar. Sigue vivo, pero lo disimula bien.

Supongo que todo esto viene para justificar de alguna forma un silencio como éste en el blog: una fase de stand-by, pero sin luz que lo advirtiera. De momento romper el hielo es el primer paso. Como cuando se pulsa el botón del mando en el televisor, estamos arrancando y volveremos pronto a las costumbres.

martes, 28 de agosto de 2007

Se llamaba Antonio, pero poco importa ya...

Sé que no debería decirlo: Que todas las muertes valen lo mismo y que todas deberían sentirse igual. Pero si quieren que sea sincero, llevaba tiempo sin sentir una como la de Antonio Puerta, ese chaval de 22 años cuyo mayor delito conocido había sido subir y bajar la banda infatigable día tras día. Con 22 años lo tenía todo: es una historia conocida. Era la historia de un ganador, pero ya se sabe que la vida, como la buena literatura, no entiende de ganadores. Ni siquiera me queda tiempo para pensar en el magnífico Umbral que también se va hoy con los deberes cumplidos, y a su modo jugando su último partido hasta el último minuto, escribiendo su última columna.

Hoy más que nunca pienso en aquella frase: "Hay un solo placer, el de estar vivos, y todo lo demás es miseria" (Cesare Pavese). Pero nada de esto ya tendrá sentido para los que compartieron un pedazo de vida con él, y sobre todo para la chica cuyo pedazo es un bebe a punto de nacer. Va por todos los que miran a la vida con arrestos y no se amparan en excusas. Y por Puerta, claro.


Y mientras agosto se acaba: Todo se acaba. Incluso este mensaje inacabado...

viernes, 10 de agosto de 2007

La huelga de basuras y el hombre

Veo los telediarios y algo me resulta familiar: Las huelgas de recogida de basuras se han convertido en algo tan habitual en verano que sólo pueden competir con las huelgas de las aerolíneas (por no ser malvado con ninguna en concreto me muerdo la lengua) en el liderazgo de la protesta. El motivo por el que se suceden seguro que es un apasionante tema de debate, pero a mí no me interesa mucho. Por lo que me he dejado ver, sabéis que prefiero hundirme en las penurias humanas y esta es una excelente excusa para hacerlo.


Hubo un tiempo en que la riqueza de los pueblos se medía por la situación geográfica que ocupaban: si estaban cerca del agua y en terrenos aptos para la agricultura se trataba de un pueblo con porvenir. Después evolucionaron un poco las cosas, y los que tenían mejores inventos solían llevarse el gato al agua y autoproclamarse los más afortunados. Luego era los que tenían mejores metales, luego los que tenían algo valioso, y poco después valía con cualquier cosa a lo que la gente diera valor, aunque no lo tuviera. Bien pensado, tampoco en ese momento estaban tan lejos de los pensamientos primitivos básicos: El que más tenía de lo que estaba de moda, más rico era. Todo eso, por fortuna o por desgracia, ha cambiado completamente: no me miren mal los economistas, pero tras una noche de reflexión tengo el nuevo indicador que buscaban. El grado de riqueza hoy es proporcional a la repulsión que nos produce la basura.


No es nada nuevo que apartemos la mirada de lo que nos da miedo, o de lo que no nos gusta. Pero ya no nos vale con eso: No queremos apartar nada nosotros, queremos que lo hagan por nosotros. Buscamos simplemente que no esté ahí, que no exista. Burócratas con corbata mal alineada por las horas de oficina se reúnen para decidir un protocolo de actuación que involucre a cientos de personas, todo lo que esté en su mano les dicen otros jefes por dibujar un mundo que no existe, pero que podamos aceptar. No está bien que la gente se entere que lo que hacemos todo el tiempo, lo que más nos identifica, es generar basura. Si existe la predestinación, esto debe estar rozando con ella, es algo que no cambiará nunca. Somos nosotros. Parte de la basura. Una horrible pesadilla que choca con los perfiles photoshop de las chicas de revista o con los campos de golf de césped infinitamente verde. Atención, me informan, parece que algo han solucionado: Tal vez alguien siga pudriéndose ahí abajo pero al menos nos llevaremos sus deshechos. Y será una acción de incalculable caridad, piensa en la reunión el hombre de chaqueta gris: Porque todos nos hemos cruzado, y hemos apartado la mirada, con la legión de hombres que buscan algo, no sabemos si futuro o pasado, en la basura. Al menos tendrán su zona despejada. A mí en cambio me invade la incierta seguridad de que tal vez no sepan que lo de tener más ya no se usa al medir lo ricos que nos hemos vuelto.


La emisión del Gran Prix también es algo que se repite todos los veranos. Fue una difícil decisión elegir entre los dos temas, pero estar leyendo a Kafka hizo el resto. No te preocupes, Cesare, pronto le verás por aquí y no te sentirás tan sólo. O sí, pero ese es otro tema.

jueves, 2 de agosto de 2007

El blog o la calle

Sin mucha reflexión, y sin el descanso suficiente que me gusta tomarme tras un post, el sentimiento de estupefacción que me ha ocupado (que se va convirtiendo poco a poco en algo más semejante a la indignación) me he hecho venir a toda prisa a dejarme ver. No vengo arreglado ni con el discurso aprendido, así que tendré que dejar que se retrate el protagonista de este pequeño conato de rabia que me rodea ahora. Él es el tan afable Sir Elton John<>, que en un par de frases consigue expresar todo lo que quería:

Tras atacar a los que se quedan "blogueando, en lugar de salir a protestar a la calle", Elton John asegura que espera que "el próximo movimiento sea tirar abajo Internet". Y continúa: "Creo que sería un experimento increíble cerrar Internet completamente durante cinco años y ver qué tipo de arte se produce en ese periodo".

La fuerza no está sólo en la palabra, claro, y es bueno que nos adviertas; pero no cabe duda de que en este tiempo la gente se hace oir, y el blog es un buen paso para ello. El mundo está lleno de manifestantes extraviados que pensaron en la acción antes que en el pensamiento.

Si esto es lo que querías oir, nos vemos en la calle. Pero dado que los invitados previos y los visitantes posteriores se merecen algo más, simplemente afirmaré con el corazón compungido que sigamos nuestros devenires, y que todos nos acostumbremos a cruzarnos sin chocarnos para seguir sintiéndonos vivos, que ya vendrá más tarde el resto, que cada unos entirá la llamada por si mismo. Cada nuevo artículo que tú desprecias, Elton, es un gesto de algo que hierve ahi abajo, y a mi me encanta mirar al cielo y verlo lleno de vapor reivindicativo. Pero no me pidas que mis reivindicaciones sean las mismas que las tuyas.

Ver noticia completa en El País.

pd: Y para el que no quiera leerla entera, sólo un resumen: Elton Jhon cuelga sus canciones en la red gratuitas para demsotrar que está en la onda, pero luego saca un disco y al darse cuenta de que no vende discos (100.000 sólo, que a nosotros no nos parecen tan pocos, ¿verdad César?) estalla contra todo lo que suene a no forrarse, que en este caso es internet y los que "manchamos" el arte.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Cantautor de principios: En esto me baso

Tampoco hoy veía ningún interés en acabar aquí en soledad. No es que tenga nada contra beber sólo en este blog de cubatas seguramente cargados y palabras punzantes, pero siempre viene bien un buen tipo que se lleve los flashes, más cuando los merece, si no tienes nada bueno que decir hoy de ti. Así que dando un rodeo antes de doblar la esquina más cercana, y guiado por unos sonidos que se fusionaban como partículas atómicas, indistinguibles los sentimientos de las canciones y el corazón de la garganta, he acabado dando con César Rodríguez, déjenme repetir aquello de un buen tipo.

¿Y quién es este hombre? Es un actor secundario para muchos, y sin embargo un referente. Un tipo que cree mucho en lo que hace, y sólo eso ya es la mitad de lo que se le debe pedir a un músico. En su haber encontramos más de 10 años de música auténtica, dando conciertos por aquí y por allí, pero principalmente en bares y garitos que poco tienen que ver con las Ventas. No me extrañó leer en su biografía que de chaval "nunca le gustó hablar en público o exponer sus ideas", y sin embargo por ello aun tiene más merito lo que hace: se sube a un escenario sin más máscara que su guitarra y los recuerdos de sus cuadernos. Ya, por qué no decirlo, también con la experiencia de los años, tras ser un alumno aventajado de la música que no necesitó más maestro que las ganas de cantar y de trasmitir con su guitarra lo que la electrónica no conseguirá nunca: desgarradora y eterna vida.

Cercano en los conciertos, casi un showman en los tiempos que corren, César Rodríguez tiene muchos lados y es difícil de encasillar. Su música se asocia a la canción de autor, por el aroma musical que destilan sus canciones ("en ocasiones una guitarra puede hablar por si sola", afirma) y por sus letras.

Puede convencernos de que el desamor es insuperable en Echarte de menos o Te extraño, o animarnos a iniciar una pequeña revolución en En esto me baso o en El blues del mosqueado; puede ser socarrón en algunas canciones (Pues será), o ser absolutamente comprometido evitando la demagogia en su deliciosa Pensarán o en Mi barrio. Aunque para ser justos habría que examinarle escuchándolo más que leyéndolo, ya que es la brisa musical la que a uno le hace adentrarse o no en un artista, queden como ejemplos aquí pequeños fragmentos:

Porque yo me remito sobre todo a mi pasado, que es el que he manejado.
Y creo en lo que creo porque lo tengo a mi lado y lo demás no me ha importado.
Y escribo lo que escribo por sentirme liberado.
Y en esto me baso.

(En esto me baso)

Fue dura la batalla, conservada en esas vidas
la lucha mantenida con el pesar de esos días,
ropa manchada de sangre, sonido ensordecedor,
continúa la pelea, ya llegó la artillería.
Y en cada bala va un alma, en cada dedo un gatillo,
corazones que rebosan de furia y rabia.

(Pensarán)

Hacía una semana que no sabíamos nada,
pensamos que su vida ya estaba recuperada.
Y de pronto aparece con la camisa rajada,
los pantalones sucios y la cara amoratada.

Me acerco a él, y, con miedo, le pregunto,
confiando en que llegó a un acuerdo con el mundo
‘Qué pasa, ya no te vemos a diario’.
Me voy a robar al centro, que resulta mejor barrio’.

(De Barrio)

Se ha caído la alcayata que sujeta el calendario por el peso de los días.
Los relojes se han parado pero el tiempo ha ido pasando de puntillas.
Mi pecho contaminado se ha estrechado y no respira,
y me he fumado unas alas para ver de vez en cuando que no es tan mala la vida.

(Echarte de menos)

Nunca ha grabado un disco, pero entregados a su causa no le faltan: entregados fans, aunque la palabra no tenga buena fama. Fama que, por otra parte, no parece ser el destino de César. Vive de esto, pero algunos de los que leen su nombre lo hacen por primera vez. Aunque algún directivo llamaría robo a que encontremos muchísimas de sus canciones en su pagína oficial (y desde hace muchos años cuando nadie creía en esta forma de darse a conocer y youtube ni siquiera era una idea), es coherente con él mismo. Escuchen Pensarán y Cortando rosas, por poner dos clásicos, y comprobarán lo que he contado desde el principio.

Hubo un tiempo, cuando era adolescente, que pensé que admirar a la gente era un gesto de debilidad. Hoy esa etapa está superada, y me declaro uno más de la causa de César Rodríguez. Mucho más que un cantautor, es la esencia en carne viva de la música. Sea o no nuestro estilo, no creo que encuentre demasiados enemigos por donde vaya. Mientras él siga creyendo en lo que hace, los demás tenemos un motivo más para dejarnos de excusas y pasar a la acción. Hacer lo que queramos hacer, y eso basta. Pavese se ríe, dice que me voy a convertir en un maldito moralista antes de llegar a los primeros quince días de existencia del blog. César Rodriguez se hace el sorprendido por el artículo, pero acaba dándole la razón sin malicia. Diría que se ha montado un complot contra mí entre mis invitados, pero me llamarían paranoico.

Reseña de César Rodriguez en El mundo

sábado, 28 de julio de 2007

Ante mis ojos, sus ojos: la forma de la tristeza

No llegaba la noche por más que me habría gustado ambientar ahí mi experiencia. No había una fina tormenta ni ningún halo misterioso en el ambiente, y solo un intenso brillo en el dia y una temperatura extenuante podian describir lo que pasaba por la vida hasta ese momento. Hasta las 17:20. De repente, sin aviso previo y sin pedir permiso, una mirada me atraviesa literalmente. Está bien que no haya que pedir permiso para mirar a los demás en este mundo derrotado por la individualidad, pero aquello era realmente fuerte. Delante de mi, sin pestañear, esa mirada. Una mirada negra, más allá de que sus ojos no eran negros. Una tristeza afilada, toda reducida a unos centímetros cuadrados... unos ojos tremendos, que no estéticamente correctos, tal vez quizá también dijera algo parecido una parte de su rostro.

No podía practicamente moverme. ¿Cómo era posible hoy en día, ver eso? Y sin embargo había algo que no me permitía aceptar lo que me pasaba, tal vez renegara de esa tristeza por haber visto ya esa mirada en algún sitio: puede que en algún espejo borroso de alguna noche borrosa en un hotel de letreros borrosos. Era un poco de todo lo común, pero aterradoramente nuevo; un poco de vida detenida, pero con aire de otra vida. Huelga decir que podría seguir sin poder expresar exactamente que era, pero sí podría decir que todo lo que comprendía se encaminaba hacía un fluir de contradicciones, entre la tristeza y la melancolía.

Reaccioné como pude: No les voy a negar, lo primero que hice fue cerrar la primera puerta que encontré y que me permitía marcar una mínima distancia. Distancia para pensar, supongo, para reflexionar... pero ahora yo solo podía recordar, buscar en un pasado muy reciente de segundos y sensaciones.

¿No tenía mejor momento para pensar y reflexionar? Abrí de nuevo la puerta. No lo hice con especial cuidado ni con tanta desconfianza como debiera. Lo hice como la persona absolutamente convencida de que no volverá a ver lo que vio, que todo se debía a una metáfora de mi mente; todo sería un juego, más bien un terrorífico sobresalto que me enseñaría a asustarme ante la tristeza, a reconocerla. Y durante un segundo, no pude menos que seguir sintiendo así. No sé si me alegraba de que hubiera o no desaparecido, no tuve tiempo de seguir cavilando entre esas nimiedades pues tras unos destellos del sol atacando mi cuerpo apareció de nuevo esa figura ante mí: Un corazón viviente, de hecho andante porque se acercaba hacia mí con pequeños pasos. Pero esta vez había matices nuevos: la misma escalofriante sensación de abatimiento y soledad se mezclaba ahora con un terrible deseo que salía de lo más profundo de su ser de sentirse aceptado. No lo entendía, ¿quién quiere ser aceptado ahora? ¿quien quiere ser uno más, más aun, ser una parte más, una cualquiera de otro? Y sin embargo era lo que ahora sin ninguna duda comtemplaba. La escena me sobrecogía cada vez más, y era absolutamente trágica: trataba de poner la mejor sonrisa, pero con la seguridad de que yo sabía de su más absoluta miseria interior y de su sufrimiento: quería demostrar que también sabía sentir, ser feliz, reírse de las cosas que se ríe todo el mundo. Incluso sabía que durante unos treinta segundos eternos en esas condiciones yo había puesto una puerta blindada de madera y acero entre nosotros y sin embargo hacía todo lo posible por olvidarlo.

Lo hice de nuevo, cerré la puerta. Ya lo sé, qué tipo de ser humano haría eso, pero el miedo me cegaba, y lo peor es que no sabía de donde venía: si de mí o de 2 metros más allá. Aun no sé que haría otra vez en esa situación, por lo que tal vez no fuera el miedo.. ni si habría otra vez. Pero la hubo. Esta vez espere un poco más, lo suficiente para que nuestro compañero iniciara el duro caminar por la cuesta que se alejaba de mí. Luego salí, y me fui. Y ya. Con la sensación de que ya podía huir, porque no venía hacía mí, pero con la mirada clavada en mi espalda. Peor todavía, enfrentándose nuestras miradas cuando yo me daba la vuelta: y no podía dejar de ver más que rechazo, tristeza y un odio sin rabia: lo que se alejaba de mí no era un odio voluntario, una actitud rebelde ante la vida, ojalá fuera eso: era una tristeza no elegida, que se metía hasta las entrañas del alma y destrozaba todo lo que tenía que ver con las puertas de la culpabilidad. Parecía sentirse culpable de no saber hacer, o de no saber sentir, quien sabe si de no saber qué decir cuando quería decir lo que sentía. Pero era absurdo, no necesitaba palabras para esto, más que sus pupilas electrizantes. Parecía querer pedir perdón si algo había hecho mal, tal vez le vendria bien una frase hecha, pero no era desde luego culpa suya ni tenía que pedir perdón por sentir más que los demás. Me dejó alejarme, y con ello seguramente acabamos mutuamente con nuestras almas, si quedaba algo de ellas.

No pegué ojo cuando me acosté. Era terrible: había dejado pasar el sentimiento más auténtico que había visto en mi vida. Y dejar pasar era la expresión menos acorde para resumir esos momentos que quedarían marcados, sobre todo, en mi mirada a partir de ahora, aunque yo me esforzara en maquillarla. Yo me acababa de convertir en un monstruo más, no cabía duda. Un monstruo que cada vez llevamos más y más dentro, y que sea producto de muchos monstruos, de un mundo exponencial de monstruos malinfluenciándose unos por otro, o simplemente de la vida, poco importa. No se puede esperar demasiado de alguien que niega sin descanso cuando escribe. No sé si volveré a verlo. No se si podré, pero además es que no tengo ni la más absoluta idea de donde estará ahora. Espero que no vagando por contenedores o durmiendo en cartones roídos de muerte. No me digan que soy un exagerado, no se me ocurren muchos más sitios donde podría estar (¿lo averiguaré alguna vez?). Si quieren más datos, no creo que lo olvide: medía bastante menos de un metro, aunque era grande. Era de un color negro azabache, aunque sus ojos parecían entre marrones y grises, algo rojos de sangre y rodeados de blanco apagado. Y aunque no ladraba como los otros perros, yo sé que callaba porque no tenía nada más que decir con ladridos. Ni con palabras. Como Pavese. La vida en círculos.

martes, 24 de julio de 2007

Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más

Lo he intentado. He intentado escribir algo aquí. Quería ser yo, y ha sido un tormento. No me veo uniendo palabras para conseguir algo interesante, uniendo vidas, personajes, lectores, reflexiones de domingos, ser el eje central de algo. Estoy extasiado y fatigado. Me veo mucho mejor en este cuadro si estoy en una esquina tapándome con una cortina densa y con un libro para tener las manos ocupadas. No haber abierto un blog, claro, ahora lo sabes, pero ya es tarde. Ahora la idea te perseguirá y te distraerá diez minutos más en la cama. Todo es muy complicado, o yo no lo veo. Me dejaré arrastrar por la corriente que me ha llevado aquí y ya preguntaré, no hay prisa. Solo un favor, deja la puerta abierta por si tenemos que marcharnos a toda prisa. Prometo ponerme a hablar de fútbol si la cosa se complica.

El libro que me tapa es el diario del italiano Pavese. Al menos hoy y hasta que no vuelva a salir el sol. La frase del título fue lo último que escribió antes de suicidarse. Quedó imborrable en su extenso diario, el mismo en el que 400 páginas antes y quién sabe cuantas cosas sin saber afirmaba que nunca consumaría su suicidio. ¿Donde estaría Pavese aquí? Me lo imagino también quedándose al lado de la cortina, viendo las cosas pasar. Con algo de olvido en la mirada. Ya dijo todo lo que tenía que decir, me diría. Bueno, está bien, quedate ahí. Pero hay cosas que uno no se atreve a decir, o peor, claro, que ni siquiera sabe decirlas, y que quedan mejor en un tipo como tú. No me malinterpretes, yo creo que eras un buen tipo, pero la gente no piensa bien de los suicidas. Les enseñaré tus frases, y seguro que te sacan de la esquina antes que a mi. Porque como bien dijo Bukowsky, para ser un chico de 21 años yo no valía demasiado la pena.

- "No deberías tomar nunca en serio las cosas que no dependen de ti sólo. Como el amor, la amistad y la gloria".

- "El arte de vivir consiste en acostumbrarse a hacer todas las canalladas sin estropear nuestra compostura interior".

- "El problema no es la dureza de la suerte, puesto que todo lo que se desea con suficiente fuerza se consigue. El problema es más bien que lo que se consigue disgusta. Y entonces no debemos tomarla nunca con la suerte, sino con el propio deseo".

- "Empiezo a hacer poesía cuando la partida está perdida. Nunca se ha visto que una poesía haya cambiado las cosas".

- "No vives la vida, pasas como en un trance por los días y las cosas. En fin, ¿Cuándo vives? ¿Cuándo tocas fondo? Siempre andas distraído por tu trabajo. Vas a morirte sin haberte dado cuenta".

-"Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más"

-Y aclaración del propio autor, aunque más valdría haberlo puesto al principio: "Libro que ningún padre de familia un poco honesto y serio querría que un hijo suyo hubiese escrito, y que ninguna persona que sepa un poco vivir en el mundo debería leer."

Cesare Pavese(1908-1950), El oficio de vivir.

Seguro que si estos blogs tuvieran algún tipo de guía no recomendarían a nadie empezar uno así. En fin, bienvenido. Si no me equivoco, aún quedan 2 esquinas en el cuadro para pasar inadvertido. Pasa y tómate algo. Esta ronda la paga Pavese.