viernes, 10 de agosto de 2007

La huelga de basuras y el hombre

Veo los telediarios y algo me resulta familiar: Las huelgas de recogida de basuras se han convertido en algo tan habitual en verano que sólo pueden competir con las huelgas de las aerolíneas (por no ser malvado con ninguna en concreto me muerdo la lengua) en el liderazgo de la protesta. El motivo por el que se suceden seguro que es un apasionante tema de debate, pero a mí no me interesa mucho. Por lo que me he dejado ver, sabéis que prefiero hundirme en las penurias humanas y esta es una excelente excusa para hacerlo.


Hubo un tiempo en que la riqueza de los pueblos se medía por la situación geográfica que ocupaban: si estaban cerca del agua y en terrenos aptos para la agricultura se trataba de un pueblo con porvenir. Después evolucionaron un poco las cosas, y los que tenían mejores inventos solían llevarse el gato al agua y autoproclamarse los más afortunados. Luego era los que tenían mejores metales, luego los que tenían algo valioso, y poco después valía con cualquier cosa a lo que la gente diera valor, aunque no lo tuviera. Bien pensado, tampoco en ese momento estaban tan lejos de los pensamientos primitivos básicos: El que más tenía de lo que estaba de moda, más rico era. Todo eso, por fortuna o por desgracia, ha cambiado completamente: no me miren mal los economistas, pero tras una noche de reflexión tengo el nuevo indicador que buscaban. El grado de riqueza hoy es proporcional a la repulsión que nos produce la basura.


No es nada nuevo que apartemos la mirada de lo que nos da miedo, o de lo que no nos gusta. Pero ya no nos vale con eso: No queremos apartar nada nosotros, queremos que lo hagan por nosotros. Buscamos simplemente que no esté ahí, que no exista. Burócratas con corbata mal alineada por las horas de oficina se reúnen para decidir un protocolo de actuación que involucre a cientos de personas, todo lo que esté en su mano les dicen otros jefes por dibujar un mundo que no existe, pero que podamos aceptar. No está bien que la gente se entere que lo que hacemos todo el tiempo, lo que más nos identifica, es generar basura. Si existe la predestinación, esto debe estar rozando con ella, es algo que no cambiará nunca. Somos nosotros. Parte de la basura. Una horrible pesadilla que choca con los perfiles photoshop de las chicas de revista o con los campos de golf de césped infinitamente verde. Atención, me informan, parece que algo han solucionado: Tal vez alguien siga pudriéndose ahí abajo pero al menos nos llevaremos sus deshechos. Y será una acción de incalculable caridad, piensa en la reunión el hombre de chaqueta gris: Porque todos nos hemos cruzado, y hemos apartado la mirada, con la legión de hombres que buscan algo, no sabemos si futuro o pasado, en la basura. Al menos tendrán su zona despejada. A mí en cambio me invade la incierta seguridad de que tal vez no sepan que lo de tener más ya no se usa al medir lo ricos que nos hemos vuelto.


La emisión del Gran Prix también es algo que se repite todos los veranos. Fue una difícil decisión elegir entre los dos temas, pero estar leyendo a Kafka hizo el resto. No te preocupes, Cesare, pronto le verás por aquí y no te sentirás tan sólo. O sí, pero ese es otro tema.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Si no entiendo mal, quieres decir que el grado de riqueza de los pueblos hoy en día, se mide por lo que estén dispuesto a pagar para que se lleven su basura al vertedero?

Está claro que la sociedad se dirige hacia unos niveles de comodidad inconcebibles, pero relacionar el hecho de que nos recojan la basura con la fatalidad es algo arriesgado.. Nosotros parte de la basura? uf, desde un punto de vista como la lacra del planeta o un virus, como decían en matrix, vale.

Viktor Faccuy dijo...

Sé que muchos de los temas que toco pueden acabar por ser polémicos... y que no debe ser nada cómodo lo de la huelga de basuras, incluso por temas de salud. Pero quería remarcar que eso de priorizar la comodidad hasta convertirlo en una catástrofe, cuando nosotros somos los que generamos esa basura (tanto la que tiramos al contenedor, como cualquier otra basura, que no es algo que nos venga de fuera como una tormenta o un golpe de suerte) puede ser exagerado. Y nadie se da cuenta de que la basura existe, ni de quien se la lleva, ni de que hacen con ella: como en tantas cosas, vivimos en un mundo que nos disimula lo que no es agradable. Es bueno, seguramente, pero nos hace gritar de más cuando pasa algo como esto. Digamos que, como termino en el desvarío ese que me dio el otro día, lo que para unos es basura para otros acaba siendo un medio de superviviencia, buscando cosas útiles, y eso sí es algo que me encoge el corazón y me indigna a la vez.

Así hasta queda más claro lo que quería decir, y leer estas ideas de matrix y la fatalidad me han hecho ver cosas que había dejado pasar por alto. Gracias por colaborar, aunque a lo mejor te hayas quedado a cuadros viendo el artículo, pero esto del blog siempre es un buen vehiculo para desahogarse.

Anónimo dijo...

Jajaja, sí, un poco perpleja o desubicada me quedé leyéndote, no te lo voy a negar, más que nada porque me parecieron ideas (aunque interesantes) poco argumentadas (o polémicas, como tú dices) y más difíciles de relacionar de ese modo. Sin embargo, leyendo ahora tu comentario estoy muy de acuerdo contigo y, desde luego, tiene mucho más sentido o, por lo menor, lo veo yo más claro.

Hablando se suele entender la gente y aunque no estuviésemos de acuerdo, siempre se puede aprender algo nuevo.

Un saludo.