viernes, 14 de mayo de 2010

Silencio cómodo...

La mujer de la foto sonreía de una manera única, singularmente emocionada. Sus ojos brillantes, sin embargo, denotaban haber llorado poco antes. Y su expresión no disimulaba una fatiga extrema. A la derecha un muchacho frágil, recién licenciado, lucía el birrete sobre su cabeza descubierta, orgulloso de provocar tal alegría en su madre. Tardé dos semanas en descifrar la foto: El tiempo exacto que tardaron en anunciarme la muerte de mi compañero de graduación, Marcos, tras duros meses de quimioterapia y cuando ya estaba a punto de recuperarse. Siempre fue un chico muy callado, y yo nunca pregunté.