domingo, 29 de marzo de 2009

Si tú te vas no seas buena ni conmigo tan siquiera

Recordando grandes canciones... autores como Paco Bello y sus mil identidades (Nauta, Doctor grillo) merecen unos minutos de reconocimiento. Por los que no pueden dormir del todo cuando esperan, ahi les dejo canción, vídeo y letra de Te espero a duermevela.

He traído la llave
de una puerta secreta,
una puerta de aire
que la luz colorea.

En un dulce silencio
tú me das tu mirada
yo me pongo en medio
de tu cuerpo y mi espalda.

Si tú te vas
ninguna guerra,
ninguna paz
merecerá la pena.

Si tú te vas,
no seas buena,
con nadie más,
ni conmigo tan siquiera.

A dónde vas,
amor no temas,
me bajo al mar
a mirar estrellas

A dónde vas,
sin tu linterna,
Llévatela,
te espero a duermevela...
te espero a duermevela...
te espero a duermevela.

Al final de tu cuello
aparece un camino
que se lleva en un sueño
a este niño perdido.

El tiempo cae como un rayo
y ya somos dos viejos
ven que tengo un abrazo
donde no llega el trueno.

Si tú te vas
ninguna guerra,
ninguna paz
merecerá la pena.

Si tú te vas,
no seas buena,
con nadie más,
ni conmigo tan siquiera.

A dónde vas,
amor no temas,
me bajo al mar
a mirar estrellas

A dónde vas,
sin tu linterna,
Llévatela,
te espero a duermevela...

Paco Bello. Te espero a duermevela.

Canción en youtube: http://www.youtube.com/watch?v=-LnuaYKv-10

viernes, 27 de marzo de 2009

Cuestión de mariposas..

Siendo realistas, no queda mucho por inventar en el terreno de las ideas y los teoremas. Si ya pasamos al terreno de las ideas, tanto peor: unas recuerdan irremediablemente a otras, es inevitable. Pero obviando la imposible originalidad, me ha gustado cruzarme esta semana con el efecto mariposa. Sí, ese fantástico fenómeno que afirma que, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema natural, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en formas completamente diferentes. El nombre proviene de su versión más poética, la definición de un antiguo proverbio chino que decía que el aleteo de las alas de una mariposa puede generar un temporal al otro lado del mundo. Aún no me acostumbro al vértigo que supone reflexionar sobre ello, aunque sea para dudar sólo un instante de su certeza. Porque si es así, debo confesarles que muchos de los temporales futuros podrán deberse al movimiento de mariposas en mi estómago últimamente (terriblemente insensato, ¿y qué?).

Así acaba la semana de dudas sin solución: Opciones que no ejerzo, futuros que no existen, temporales terrenales que, sin embargo, no me parecen menores que la peor de las tormentas, y caprichos que me alejan de la senda marcada. Pero con la esperanza de que en los últimos rincones de oriente, o de occidente, o de New Jersey, surjan cada día efluvios de infinitas representaciones del efecto mariposa que me trastoquen los planes.

domingo, 15 de marzo de 2009

Paradojas felinas..

Hay momentos en los que uno debe responder preguntas comprometidas. Puede dejarlas pasar un tiempo, pero siempre vuelven, cada vez de forma más frecuente y cada vez de forma más impertinente, hasta que no pueden respetar más el silencio y te exigen una respuesta sincera. Porque a estas alturas ya sospecho que el truco de no contestar nunca de forma sincera no sirve eternamente, no voy a esperar más.

Pregunta 347: Si tuvieras que convertirte en un gato o en un perro, ¿qué elegirías? Caramba, difícil decisión. Entre otras cosas dependería del tipo de gato y del tipo de perro. Sé que no querría ser un chiwawa o un yorkshire, eso seguro. Pero siempre he visto, desde fuera, un lado de divinidad asociado a los gatos que provoca que me los imagine más como cantantes de pop, y un sentimiento de realidad en los perros que me identifica más plenamente, como si los silencios de un perro fueran los momentos de reflexión de un filósofo en medio del transitar de su vida. ¿Qué decidir, pues? Tal vez, que lo más propio para mí sería ese gato que siempre se cruza conmigo en la calle, cuando salgo a buscar mi autobús, y que me mira tan fijamente como rápido huye en cuanto quiero acercarme o darle de comer. Sin excepción, siempre escapa, siempre se mantiene al margen. Su mirada persistente muestra su obsesión por aprender de un mundo del que, sin embargo, no quiere formar parte como muestra su eterna huída. ¿O será que no se atreve a formar parte de ello, y sólo sería un problema de miedos? Más que nunca, elegiría ser ese gato para conocer alguna respuesta.

sábado, 14 de marzo de 2009

Soñando sin billete...

Me figuro que los grafólogos serán personas de lo más minuciosas: Tienen que analizar cada matiz de tu escritura, cuando no solo de tu firma, para conseguir una descripción exacta sobre tus miedos, tus deseos y todo lo que rodee a tu personalidad inherente. Ambicioso objetivo que merece mi admiración, supongo, si es que alguno puede acertar. Este pensamiento, por otra parte sin mayor importancia, ha llegado a mí acompañado de otro pensamiento, quizá incluso con menor importancia (salvo que usted sea grafólogo), que era el temor de que los grafólogos, con cada vez más textos escritos por ordenador, se queden sin trabajo.
Perdonen mi poca concentración hoy y mis ganas de dar vueltas, porque ninguno de estos dos pensamientos muestran el motivo por el que ha llegado la figura del grafólogo a estas páginas. La razón, tendría que explicarles, se ha fraguado segundos después de decidir el título de esta entrada, al darme cuenta de que seguramente ningún grafólogo que se preciara admitiría el título de esta entrada como obra de Viktor Faccuy. Dirían, con mucha razón, que este título no se ajusta con el resto, que no sigue la estética general, y que este título solo puede ser obra de un adolescente enamorado replicando algún fragmento de canción pop-rock reciente. Y yo les diría que efectivamente. No que efectivamente me haya convertido en un adolescente enamorado, por supuesto (disculpen también la indolencia con los enamorados, son vicios del pasado), pero sí diría que estoy en búsqueda de nuevas metáforas, y en esa búsqueda me he concedido permiso para inundarme de vitalismo, optimismo, e incluso para poder vivir un derroche de buenos sentimientos y una cuota alta de deliciosa cursilería. Voy a intentar soñar, aunque sea para concluir que los sueños no tengan sentido. Y voy a hacerlo sin billete y sin licencia, porque estás páginas no nacieron para tan nobles objetivos.
Sólo queda una disposición futura: Hace muchos años elegí unos principios, en los que basé una existencia; ahora debo descubrir que habría pasado de elegir otros principios, y vivir aunque sea en la imaginación el resto de existencias olvidadas. Eventualmente, y con mayor fuerza, las que considerara más absurdas. Aunque en el fondo, si lo pienso bien, sólo me faltó soñar, y nunca fue por falta de ganas, si acaso por pereza intelectual. Pero nunca he ido con billete por la vida. Así que ya les explicaré lo que descubro por el camino, pero sospecho que incluso mi vena vitalista se parecerá demasiado a mi existencia basada en el absurdo.

martes, 10 de marzo de 2009

Dos tipos de novelas

Nadie pareció sobrecogerse demasiado ante su afirmación, como si fuera algo que hubiera estado presente desde siempre en la vida de todos los escritores que estaban en el café aunque no lo hubieran advertido hasta entonces. Viktor Faccuy ya casi salía del local, pero pudo escuchar nítidamente del anticuario Rubiera-Matos las palabras que le entretendrían durante el camino de vuelta a casa: "En la vida existen dos tipos de novelas, las que suceden en París, y el resto. Y las más grandes siempre han pertenecido a las del primer tipo".

domingo, 1 de marzo de 2009

Una vida suficientemente desgarrada...


"Era ese ser diferente que se espera que sea un escritor, cuya vida tiene que ser lo suficientemente desgarrada como para que le creamos cuando nos habla de las pasiones humanas. Su pobreza, su ceguera. Sawa parece un ser recién salido de los huracanes del alma dispuesto a contarnos lo que ha visto."

Magnífico artículo de Clara Sánchez, escondido en la parte baja de una página casi invisible de El País de este domingo, sobre Alejandro Sawa. Tal vez lo menos reseñable sea el título del artículo, que aunque real serviría para otros cientos de miles de relatos, pero creo que el resto del artículo se merecía el reconocimiento de Viktor Faccuy.

Artículo completo: Un perdedor en Madrid, por Clara Sánchez.