martes, 28 de agosto de 2007

Se llamaba Antonio, pero poco importa ya...

Sé que no debería decirlo: Que todas las muertes valen lo mismo y que todas deberían sentirse igual. Pero si quieren que sea sincero, llevaba tiempo sin sentir una como la de Antonio Puerta, ese chaval de 22 años cuyo mayor delito conocido había sido subir y bajar la banda infatigable día tras día. Con 22 años lo tenía todo: es una historia conocida. Era la historia de un ganador, pero ya se sabe que la vida, como la buena literatura, no entiende de ganadores. Ni siquiera me queda tiempo para pensar en el magnífico Umbral que también se va hoy con los deberes cumplidos, y a su modo jugando su último partido hasta el último minuto, escribiendo su última columna.

Hoy más que nunca pienso en aquella frase: "Hay un solo placer, el de estar vivos, y todo lo demás es miseria" (Cesare Pavese). Pero nada de esto ya tendrá sentido para los que compartieron un pedazo de vida con él, y sobre todo para la chica cuyo pedazo es un bebe a punto de nacer. Va por todos los que miran a la vida con arrestos y no se amparan en excusas. Y por Puerta, claro.


Y mientras agosto se acaba: Todo se acaba. Incluso este mensaje inacabado...

viernes, 10 de agosto de 2007

La huelga de basuras y el hombre

Veo los telediarios y algo me resulta familiar: Las huelgas de recogida de basuras se han convertido en algo tan habitual en verano que sólo pueden competir con las huelgas de las aerolíneas (por no ser malvado con ninguna en concreto me muerdo la lengua) en el liderazgo de la protesta. El motivo por el que se suceden seguro que es un apasionante tema de debate, pero a mí no me interesa mucho. Por lo que me he dejado ver, sabéis que prefiero hundirme en las penurias humanas y esta es una excelente excusa para hacerlo.


Hubo un tiempo en que la riqueza de los pueblos se medía por la situación geográfica que ocupaban: si estaban cerca del agua y en terrenos aptos para la agricultura se trataba de un pueblo con porvenir. Después evolucionaron un poco las cosas, y los que tenían mejores inventos solían llevarse el gato al agua y autoproclamarse los más afortunados. Luego era los que tenían mejores metales, luego los que tenían algo valioso, y poco después valía con cualquier cosa a lo que la gente diera valor, aunque no lo tuviera. Bien pensado, tampoco en ese momento estaban tan lejos de los pensamientos primitivos básicos: El que más tenía de lo que estaba de moda, más rico era. Todo eso, por fortuna o por desgracia, ha cambiado completamente: no me miren mal los economistas, pero tras una noche de reflexión tengo el nuevo indicador que buscaban. El grado de riqueza hoy es proporcional a la repulsión que nos produce la basura.


No es nada nuevo que apartemos la mirada de lo que nos da miedo, o de lo que no nos gusta. Pero ya no nos vale con eso: No queremos apartar nada nosotros, queremos que lo hagan por nosotros. Buscamos simplemente que no esté ahí, que no exista. Burócratas con corbata mal alineada por las horas de oficina se reúnen para decidir un protocolo de actuación que involucre a cientos de personas, todo lo que esté en su mano les dicen otros jefes por dibujar un mundo que no existe, pero que podamos aceptar. No está bien que la gente se entere que lo que hacemos todo el tiempo, lo que más nos identifica, es generar basura. Si existe la predestinación, esto debe estar rozando con ella, es algo que no cambiará nunca. Somos nosotros. Parte de la basura. Una horrible pesadilla que choca con los perfiles photoshop de las chicas de revista o con los campos de golf de césped infinitamente verde. Atención, me informan, parece que algo han solucionado: Tal vez alguien siga pudriéndose ahí abajo pero al menos nos llevaremos sus deshechos. Y será una acción de incalculable caridad, piensa en la reunión el hombre de chaqueta gris: Porque todos nos hemos cruzado, y hemos apartado la mirada, con la legión de hombres que buscan algo, no sabemos si futuro o pasado, en la basura. Al menos tendrán su zona despejada. A mí en cambio me invade la incierta seguridad de que tal vez no sepan que lo de tener más ya no se usa al medir lo ricos que nos hemos vuelto.


La emisión del Gran Prix también es algo que se repite todos los veranos. Fue una difícil decisión elegir entre los dos temas, pero estar leyendo a Kafka hizo el resto. No te preocupes, Cesare, pronto le verás por aquí y no te sentirás tan sólo. O sí, pero ese es otro tema.

jueves, 2 de agosto de 2007

El blog o la calle

Sin mucha reflexión, y sin el descanso suficiente que me gusta tomarme tras un post, el sentimiento de estupefacción que me ha ocupado (que se va convirtiendo poco a poco en algo más semejante a la indignación) me he hecho venir a toda prisa a dejarme ver. No vengo arreglado ni con el discurso aprendido, así que tendré que dejar que se retrate el protagonista de este pequeño conato de rabia que me rodea ahora. Él es el tan afable Sir Elton John<>, que en un par de frases consigue expresar todo lo que quería:

Tras atacar a los que se quedan "blogueando, en lugar de salir a protestar a la calle", Elton John asegura que espera que "el próximo movimiento sea tirar abajo Internet". Y continúa: "Creo que sería un experimento increíble cerrar Internet completamente durante cinco años y ver qué tipo de arte se produce en ese periodo".

La fuerza no está sólo en la palabra, claro, y es bueno que nos adviertas; pero no cabe duda de que en este tiempo la gente se hace oir, y el blog es un buen paso para ello. El mundo está lleno de manifestantes extraviados que pensaron en la acción antes que en el pensamiento.

Si esto es lo que querías oir, nos vemos en la calle. Pero dado que los invitados previos y los visitantes posteriores se merecen algo más, simplemente afirmaré con el corazón compungido que sigamos nuestros devenires, y que todos nos acostumbremos a cruzarnos sin chocarnos para seguir sintiéndonos vivos, que ya vendrá más tarde el resto, que cada unos entirá la llamada por si mismo. Cada nuevo artículo que tú desprecias, Elton, es un gesto de algo que hierve ahi abajo, y a mi me encanta mirar al cielo y verlo lleno de vapor reivindicativo. Pero no me pidas que mis reivindicaciones sean las mismas que las tuyas.

Ver noticia completa en El País.

pd: Y para el que no quiera leerla entera, sólo un resumen: Elton Jhon cuelga sus canciones en la red gratuitas para demsotrar que está en la onda, pero luego saca un disco y al darse cuenta de que no vende discos (100.000 sólo, que a nosotros no nos parecen tan pocos, ¿verdad César?) estalla contra todo lo que suene a no forrarse, que en este caso es internet y los que "manchamos" el arte.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Cantautor de principios: En esto me baso

Tampoco hoy veía ningún interés en acabar aquí en soledad. No es que tenga nada contra beber sólo en este blog de cubatas seguramente cargados y palabras punzantes, pero siempre viene bien un buen tipo que se lleve los flashes, más cuando los merece, si no tienes nada bueno que decir hoy de ti. Así que dando un rodeo antes de doblar la esquina más cercana, y guiado por unos sonidos que se fusionaban como partículas atómicas, indistinguibles los sentimientos de las canciones y el corazón de la garganta, he acabado dando con César Rodríguez, déjenme repetir aquello de un buen tipo.

¿Y quién es este hombre? Es un actor secundario para muchos, y sin embargo un referente. Un tipo que cree mucho en lo que hace, y sólo eso ya es la mitad de lo que se le debe pedir a un músico. En su haber encontramos más de 10 años de música auténtica, dando conciertos por aquí y por allí, pero principalmente en bares y garitos que poco tienen que ver con las Ventas. No me extrañó leer en su biografía que de chaval "nunca le gustó hablar en público o exponer sus ideas", y sin embargo por ello aun tiene más merito lo que hace: se sube a un escenario sin más máscara que su guitarra y los recuerdos de sus cuadernos. Ya, por qué no decirlo, también con la experiencia de los años, tras ser un alumno aventajado de la música que no necesitó más maestro que las ganas de cantar y de trasmitir con su guitarra lo que la electrónica no conseguirá nunca: desgarradora y eterna vida.

Cercano en los conciertos, casi un showman en los tiempos que corren, César Rodríguez tiene muchos lados y es difícil de encasillar. Su música se asocia a la canción de autor, por el aroma musical que destilan sus canciones ("en ocasiones una guitarra puede hablar por si sola", afirma) y por sus letras.

Puede convencernos de que el desamor es insuperable en Echarte de menos o Te extraño, o animarnos a iniciar una pequeña revolución en En esto me baso o en El blues del mosqueado; puede ser socarrón en algunas canciones (Pues será), o ser absolutamente comprometido evitando la demagogia en su deliciosa Pensarán o en Mi barrio. Aunque para ser justos habría que examinarle escuchándolo más que leyéndolo, ya que es la brisa musical la que a uno le hace adentrarse o no en un artista, queden como ejemplos aquí pequeños fragmentos:

Porque yo me remito sobre todo a mi pasado, que es el que he manejado.
Y creo en lo que creo porque lo tengo a mi lado y lo demás no me ha importado.
Y escribo lo que escribo por sentirme liberado.
Y en esto me baso.

(En esto me baso)

Fue dura la batalla, conservada en esas vidas
la lucha mantenida con el pesar de esos días,
ropa manchada de sangre, sonido ensordecedor,
continúa la pelea, ya llegó la artillería.
Y en cada bala va un alma, en cada dedo un gatillo,
corazones que rebosan de furia y rabia.

(Pensarán)

Hacía una semana que no sabíamos nada,
pensamos que su vida ya estaba recuperada.
Y de pronto aparece con la camisa rajada,
los pantalones sucios y la cara amoratada.

Me acerco a él, y, con miedo, le pregunto,
confiando en que llegó a un acuerdo con el mundo
‘Qué pasa, ya no te vemos a diario’.
Me voy a robar al centro, que resulta mejor barrio’.

(De Barrio)

Se ha caído la alcayata que sujeta el calendario por el peso de los días.
Los relojes se han parado pero el tiempo ha ido pasando de puntillas.
Mi pecho contaminado se ha estrechado y no respira,
y me he fumado unas alas para ver de vez en cuando que no es tan mala la vida.

(Echarte de menos)

Nunca ha grabado un disco, pero entregados a su causa no le faltan: entregados fans, aunque la palabra no tenga buena fama. Fama que, por otra parte, no parece ser el destino de César. Vive de esto, pero algunos de los que leen su nombre lo hacen por primera vez. Aunque algún directivo llamaría robo a que encontremos muchísimas de sus canciones en su pagína oficial (y desde hace muchos años cuando nadie creía en esta forma de darse a conocer y youtube ni siquiera era una idea), es coherente con él mismo. Escuchen Pensarán y Cortando rosas, por poner dos clásicos, y comprobarán lo que he contado desde el principio.

Hubo un tiempo, cuando era adolescente, que pensé que admirar a la gente era un gesto de debilidad. Hoy esa etapa está superada, y me declaro uno más de la causa de César Rodríguez. Mucho más que un cantautor, es la esencia en carne viva de la música. Sea o no nuestro estilo, no creo que encuentre demasiados enemigos por donde vaya. Mientras él siga creyendo en lo que hace, los demás tenemos un motivo más para dejarnos de excusas y pasar a la acción. Hacer lo que queramos hacer, y eso basta. Pavese se ríe, dice que me voy a convertir en un maldito moralista antes de llegar a los primeros quince días de existencia del blog. César Rodriguez se hace el sorprendido por el artículo, pero acaba dándole la razón sin malicia. Diría que se ha montado un complot contra mí entre mis invitados, pero me llamarían paranoico.

Reseña de César Rodriguez en El mundo