martes, 28 de agosto de 2007

Se llamaba Antonio, pero poco importa ya...

Sé que no debería decirlo: Que todas las muertes valen lo mismo y que todas deberían sentirse igual. Pero si quieren que sea sincero, llevaba tiempo sin sentir una como la de Antonio Puerta, ese chaval de 22 años cuyo mayor delito conocido había sido subir y bajar la banda infatigable día tras día. Con 22 años lo tenía todo: es una historia conocida. Era la historia de un ganador, pero ya se sabe que la vida, como la buena literatura, no entiende de ganadores. Ni siquiera me queda tiempo para pensar en el magnífico Umbral que también se va hoy con los deberes cumplidos, y a su modo jugando su último partido hasta el último minuto, escribiendo su última columna.

Hoy más que nunca pienso en aquella frase: "Hay un solo placer, el de estar vivos, y todo lo demás es miseria" (Cesare Pavese). Pero nada de esto ya tendrá sentido para los que compartieron un pedazo de vida con él, y sobre todo para la chica cuyo pedazo es un bebe a punto de nacer. Va por todos los que miran a la vida con arrestos y no se amparan en excusas. Y por Puerta, claro.


Y mientras agosto se acaba: Todo se acaba. Incluso este mensaje inacabado...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Montaron un espectáculo con su muerte, creo que se exageró totalmente, no soy partidaria de esas exhibiciones desproporcionadas.

Viktor Faccuy dijo...

Sí, puede que tenga que darte la razón en que se exageró mucho.. aunque eso no quita que detrás siga habiendo una historia distinta, un algo sobrecogedor, y en el fondo que todo se tiña de "espectáculo" ya ha pasado a ser una costumbe general más allá de que sea lo que se trate.