viernes, 22 de agosto de 2008

Con dos quintos de locura y música en el horizonte

La Estética es la rama de la Filosofía que tiene por objeto el estudio de la esencia y la percepción de la belleza. Al menos eso nos dice, entre otras, la wikipedia. Más me costaría hacerles creer, supongo, que todas esas percepciones son realmente bellas, y no simples anagramas vistos con unos binoculares desenfocados. Porque es iluso pensar que las mismas canciones nos ericen la piel de la misma forma. Porque es contrario al romanticismo pensar que la misma metáfora sirva para dos parejas diferentes. Sin embargo, podríamos hallar un sinfín de adeptos para cada expresión considerada bella por al menos uno de nuestros semejantes: el deseo de individualismo pocas veces vence con certeza las pautas comunes, casi monótonas, de los sentimientos. Del mismo concepto estético extendido sin cuidado por las multitudes.

En mi teoría, no obstante, algo se tambalea: el número de adeptos. Y cuando me planteaba mencionar esta rama "estética", que me rodea en cada vez más reductos, tuve que partir de la premisa de carecer de adeptos suficientes para cimentar la anterior teoría. Como no parecer un charlatán y pecar de pretencioso si digo que la ciencia más formal puede ser fuente de inspiración para los más puros sentimientos. Como esperar aprobación de ello. Y sin embargo, ahi están, las matemáticas, rebosantes de expresiones electricas, exquisitas, sin igual. Son capaces de dar explicación a lo imposible, de proporcionarnos formas y fórmulas de vida. Tal vez hasta llegaría a decir, en un arrebato, que la matemáticas son la más cuidada de las literaturas existentes. Cada explicación, hasta la más trivial, esconde una historia minuciosamente relatada, existente, perfecta. Incluso capaz de recoger la imperfección cuando nuestros problemas chocan con los caminos inescrutables de un capítulo tímido que calla ante nuestra presencia.

Podría extenderme hasta el infinito, hallar la parte de mi alma que multiplicándose por sí misma llegase hasta la tuya, o continuar mi camino siempre recto, sin cruzarme con mi destino, siguiendo rumbos paralelos. Porque seguir con mis frecuentes desvaríos hallando la suma exacta de la locura es un reto apasionante; pero no es menos cierto que hoy no quiero parecer menos cuerdo que el que aún lee estas líneas, por lo que dejaré que sea Antonio Vega el que en una décima de segundo nos deleite con la maravilla que surgió de una noche indivisible entre las matemáticas, la física y el debate entre la poesía y los falsos poetas.

Un momento en un agenda,
una décima de segundo más.
Vuela, va saltando de hoja en hoja
mil millones de instantes de que hablar.

Una ráfaga de aire frío,
un molino de viento hace girar.
Sigue, va rodando sobre su eje
describiendo una trayectoria más.

Y es que no hay nada mejor que imaginar,
la física es un placer.
Es que no hay nada mejor que formular,
escuchar y oir a la vez.
Mide el ángulo formado por ti y por mi,
es la solución a algo muy común aquí.

Ahora tú no dejes de hablar,
Somos coordenadas de un par.
Incógnita que aún falta por despejar.

Busca un libro que diga "como",
luego otro que se titula "si",
un tercero llamado "nada",
es la forma del círculo sin fin.
Y es que no hay nada mejor que revolver
el tiempo con el café.
Es que no hay nada mejor que componer
sin guitarra ni papel.
Paralelas, vienen siguiéndome.
Espacio y tiempo juegan al ajedrez.

Ahora tú, no dejes de hablar.


Antonio Vega. Una décima de segundo.

Y un segundo más para un fragmento de Iván Ferreiro y sus recientes personalidades, que menos que un ataque a la razón para concluir:

Los diez siguientes pensaban en diez cosas diferentes
llegando hasta los veinte sin saber que podía decir,
simplemente que aún no sé contar,
simplemente que aún no sé contar.


Los treinta siguientes se pillaban con los dientes,
se peleaban y jugaban a ser fuertes,
los números pares no encontraban sus lugares,
los impares parecían números naturales.

Los decimales sugerían que no éramos normales
y el infinito los convierte en números irracionales ...
irracionales ...
irracionales ...
irracionales ...

No hablaremos de los números primos
que sólo se dividen por uno o por ellos mismos.

Irracionales ...


Iván Ferreiro. Personálidad múltiple.

No, ni lo pienses. Ni antes intentaba emular a Antonio Vega o a Iván Ferreiro, ni ahora aprovecharé la excusa para seguir imprimiendo de teóremas matemáticos las palabras que deje caer por aquí. Al menos, de momento. Pero déjame decirte con la boca pequeña que ese mundo que apenas entiendo y que tantas incógnitas sin resolver me deja cada noche... se parece tanto a las matemáticas que de vez en cuando, una cifra o un axioma, también me provocan pequeños tembleques y sentidos escalofríos.

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