lunes, 11 de agosto de 2008

¿Qué manifiestan las preguntas cortas?

- ¿Y qué tal te fue el día?
- No hice nada.
- ¿No te pasó nada fuera de lo normal?
- Exactamente.
- Bueno, estoy dispuesta escuchar incluso vivencias normales hoy, inténtalo.
- Como quieras, pero no esperes montañas rusas.
- Ya sabes que yo no espero prácticamente nada.
- Mientes, aunque me intriga el prácticamente.
- Es igual, y además es tu turno.
- Está bien. Hoy me levanté más allá de la 1 de la tarde, con una dosis extra de cansancio y pereza. Mientras me recuperaba de un estado de embotamiento general, recordaba que había estado soñando conmigo mismo comiendo anacardos. Fui al servicio, pero no me lavé. Bajé las escaleras y busqué algo para beber. Encontré un zumo abierto de hace un par de días, de piña y uva, y me serví medio vaso. Mientras lo bebía, mojándome la cara más allá de los labios, fui por curiosidad a comprobar cuantos anacardos quedaban en la bolsa: Estaba casi vacía. No pensé más en media hora, que estuve tirado en el sofá, una vez que conseguí acomodarme los innumerables cojines que siempre intentan colocarme en un jeroglífico. Está bien, sé que exagero.
- No te preocupes, tampoco me lo iba a tomar en serio.
- No tomarse nada en serio es mi sustancia preferida, tal vez está mal que te influencie con mi personaje.
- Me figuro que te sacaste ese personaje de Crimen y Castigo, un día de relectura.
- Habría sido una forma como otra cualquiera de existir. Y para existencia, ya estaba con la de hoy. Tal vez fue demasiado poco decir que me arreglé en el sofá media hora, fui a almorzar. Patatas fritas sin sal, pan de molde, tomates poco maduros, un filete hecho del día anterior y un cuchillo sin sierra. Entre medias me acordé de que no había recogido las cartas, aunque tampoco me interesaban, y pese al descubrimiento no abrí el buzón hasta esta noche. Luego cogí un papel y un boli, y abrí ese curso insípido para aprender inglés. No me concentré demasiado, y decidí dejarlo cuando me hablaban de las preguntas cortas para manifestar interés, y yo escribí preguntas cortas para manifestar tristeza. Pese a haber sido un malentendido, yo estaba muy seguro de que las preguntas cortas nunca mostraron ningún interés. Ni siquiera las largas, que como mucho manifiestan una excesiva petulancia por quien las hace, creyéndose más importante que cualquier respuesta.
- Me habría costado hacer una pregunta más larga que tu respuesta.
- Todo es ponerse. Luego recuerdo en un espacio de dos horas lavar los platos, atender a dos llamadas de la misma centralita, y fijarme en las estadísticas de un partido de cricket. Tuve tiempo para confirmar mis terribles sospechas de que nadie está libre de ser absolutamente irresponsable y banal, y que llevar entrenando a un equipo dos generaciones no implica conocer a nada ni nadie. Supongo que, en cualquier caso, ese fue el punto de inflexión del día, porque después me apeteció escuchar de nuevo esa canción que tengo en la cabeza estos días (junto a otro puñado).
- ¿Los jóvenes mueren antes de tiempo? ¿Deluxe?
- No, aunque bien habría podido desear escucharla. Esapertenece al puñado. Yo quería escuchar la canción rebelde de Quique González, peleando a la contra, y sentir de nuevo un angustioso tono de voz para agitar el ánimo. Yo no quería pelear hoy, pero solo era cuestión de interpretarlo de otra forma. Al fin y al cabo, es impensable que me cruce a Susan Sarandon bajando la escalera de mi casa y comiendo anacardos, ¿no te parece?
- ¿Me creerás si te digo que hoy comí anacardos?
- No creo.
- Bueno, es natural. Ni lo hice, ni me extraña que cambiaras el interés por la tristeza. Menos mal que no te tomas nada en serio y mañana tendrás una sonrisa, un torrente de energía, un sinfín de principios con los que aburrir al más vital, ¿verdad?
- Ni lo dudes, nada vale la pena para ser tomado en serio.
- ¿Nada?
- Nunca hablo en serio, lo hemos dicho ya varias veces. Pero nunca hay demasiado que perder, ¿no?
- ¿Sabes que ya llevas dos preguntas cortas?
- Es mi forma de escapar a las respuestas largas.
- Tal vez sea solo tu forma de rehuir la tristeza y manifestar interés.
- Tocado. Pero ya es tarde para eso. Quiero que el resto de la noche sea para ti.
- ¿Para mi?
- Para ti, conmigo, supongo.
- ¿Pretendes seducir a alguien cavilando suposiciones y diciéndole que no se tome nada en serio?
- Ni siquiera eso, ni siquiera...

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