Hace tiempo que no digo nada y el mundo sobrevive sin zozobras relevantes. No es que ya no tenga nada que decir, es que no encuentro los motivos para abrir la boca o empuñar la pluma. Sé que me llevaré muchas cosas conmigo por no dejarlas fluir, pero nadie las echará de menos: alguien dirá algo parecido, estamos llenos de filósofos baratos y casi tan presuntuosos como yo.
Y después de todo, como si nada, pregúntame si quieres como llevo el fracaso y qué fue de los sueños de juventud, darling.
lunes, 29 de agosto de 2011
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